Domingo 5 de mayo, 11 de la mañana. La expectación en la plaça d’En Blasc de Benassal es máxima. Hace unos meses aparecieron extraños dibujos con la silueta de Neptuno en diferentes lugares de la localidad. Parecían señalar un camino pero ¿hacia dónde? ¿para qué?
Además, desde hace unas semanas, uno de los mejores albañiles está creando una pequeña construcción en la plaza y nadie sabe para qué será utilizada. Llega un vecino que ha ido a dar una vuelta por el término municipal y cuenta que otra construcción igual ha aparecido en el Rivet. Comienzan a aparecer postes de hierro frente a los lugares más representativos del patrimonio de la localidad.
Un buen día, azulejos de cerámica pintados a mano, colocados sobre esas construcciones y esos postes, reflejan la grandeza de Benassal. Desde su flora y fauna hasta su antiguo horno tradicional.
Al poco tiempo, desde el ayuntamiento se hace el anuncio: el día 5 de mayo se inaugurará la ruta Los dominios de Neptuno y se invita a todo el mundo a participar.
Y allá que vamos cuatro integrantes de Interpreta Natura, de buena mañana, ensayando en el coche y dando los últimos retoques al guion, a la historia, a eso tan nuestro que es la teatralización interpretativa. Evadne y Neptuno saben que van a pasarlo bien, los otros dos disfrutamos de sus ensayos sin dejar de sonreír porque sabemos que todo va a salir perfecto.
Desde el ayuntamiento nos han dicho que hay más de sesenta personas inscritas pero nosotros, poco optimistas porque es el Día de la Madre y no esperamos que acudan todos, nos sorprendemos al verlos a todos allí, en la plaza, puntuales y con ganas, con sus mochilas y sus gorras.
Bien, allá vamos, pensamos. Y por allí aparece Evadne, la estresada náyade que no da abasto para cuidar del patrimonio tan extenso de Benassal porque su jefe, Neptuno, es muy tiquismiquis y porque los humanos no se lo ponemos nada fácil.
Por allá hace entrada también Neptuno, majestuoso y prepotente, como corresponde a un dios del Olimpo. La náyade le explica cómo ha creado la ruta, para que todos los pobres mortales conozcan hasta el último rincón de sus increíbles dominios. Y les explica un juego de mensajes encriptados y claves secretas que los asistentes deberán completar.
Neptuno, orgulloso, decide acompañar a los mortales y la náyade se retira para seguir con sus arduas labores diarias.
Más tarde, en el Rivet, llamarán a Evadne y ella les contará una hermosa leyenda. Harán un alto en el camino en tan singular paraje y seguirán, pero ya sin la compañía de Neptuno. Quedarán en verse al finalizar la ruta, en la plaza de toros, en el centro de la localidad.
Cansados, un poco acalorados pero ilusionados, los vecinos van llegando por fin junto a la última tablilla en la plaza donde los esperan, impacientes, los que ya son sus seres mitológicos preferidos. Descifrar el mensaje secreto no es poca cosa, así que Neptuno y Evadne les premian con un pequeño regalo para que nunca olviden que caminaron entre ellos el día en que inauguraron la ruta Los dominios de Neptuno.